Hace 33 años en la Catedral de San Pablo en Londres, el príncipe Carlos, Príncipe de Gales, desposaba a su primera esposa, la aristócrata inglesa Lady Diana Spencer, en una boda de "cuento de hadas", evento que despertó el romanticismo de la gente, una pomposa ceremonia digna de la monarquía que la prensa catalogó como la Boda del Siglo.
Carlos y Diana abandonan la catedral convertidos en marido y mujer fotos: Hello Magazine. |
La mañana del 29 de julio de 1981 cientos de miles de personas abarrotaron las calles de Londres para ser testigos de la boda del hijo mayor de la reina Isabel II con Lady Diana Spencer, aquella joven de 19 años que con su belleza e inocencia conquistó el corazón del pueblo británico y convertida en Princesa de Gales su carisma y personalidad cautivaran al mundo entero convirtiéndola en la "Princesa del Pueblo", además, Diana era la primera ciudadana inglesa en 300 años que se casaba con un heredero al trono desde que lo hiciera en su tiempo Lady Anne Hyde con el futuro Jacobo II de Inglaterra.
Una Reina perfecta para Inglaterra.
Esta boda contaba con el beneplácito del Palacio de Buckingham, tenía todas las credenciales que garantizaban la sucesión y más aún la aprobación de la Reina Madre y de su íntima amiga (y Dama de Honor) Lady Fermoy, para que la unión de sus respectivos nietos, Carlos y Diana, se celebrase sin ningún contratiempo.
La Reina y el 8° Conde Spencer. La Familia Real y los Spencer mantienen una estrecha relación. |
Quien estaba feliz con este enlace sin duda alguna era la Reina, debido a que Lady Diana poseía todas las cualidades para ser Reina de Inglaterra, era joven, bella y contaba con un árbol genealógico exquisito. Provenía de una familia (los Spencer) de orígenes aristocráticos cien años más antiguos que los Windsor, la Familia Real, descendía también de tres dinastías que habían reinado en Gran Bretaña: Tudor, Estuardo y Hanover. Diana nació en Sandringham House, una propiedad de la Familia Real en Norfolk; era la tercera hija de John, 8º Conde Spencer y su primera esposa Frances Burke. El Conde había servido como Caballerizo del rey Jorge VI y a la muerte del monarca, de su hija la reina Isabel II; además la estrecha relación de los Spencer con la Familia Real se remonta a más de tres siglos atrás.
La Boda del Siglo
La novia llega a bordo del carruaje de cristal |
A bordo de un carruaje de cristal, la novia llegó acompañada por su padre para el que sería el día más importante de su vida y el que marcaría la historia de la monarquía británica. Más de 3 mil 500 invitados vieron a la novia caminar por la alfombra roja rumbo al altar arrastrando una extensa cola de más de 7 metros de largo de aquel precioso vestido que marcó la pauta en la moda de entonces. Coronaba su cabeza la tiara de la familia Spencer, preciosa joya cuajada en diamantes.
Arriba, a la derecha de la novia, la Familia Real, del otro lado los Spencer |
Diana se inclina en su primera reverencia a la Reina, como Princesa de Gales y miembro de la Familia Real. |
En el altar esperaba el Príncipe de Gales acompañado de sus hermanos los príncipes Andrés y Eduardo. La ceremonia la ofició el entonces Arzobispo de Canterbury, Robert Runcie, bajo el rito anglicano, asistido por clérigos de otras denominaciones religiosas.
Ya convertidos en marido y mujer, el Príncipe de Gales y su princesa fueron vitoreados por la multitud durante todo el recorrido hacia el palacio a bordo de un coche abierto. La nueva Princesa de Gales saludaba de forma tímida al pueblo que se había aglomerado frente a las rejas del Palacio de Buckingham para ver a la pareja salir al balcón y hacer el tradicional saludo.
Carlos besa a su princesa en el balcón de Buckingham para deleite de la multitud |
El pueblo pedía a gritos que la pareja se diera un beso para así sellar el enlace, pedido al que el Príncipe y la Princesa de Gales accedieron, dándose un beso que quedaría registrado para la posteridad en un matrimonio en el cual - como años más tarde diría la princesa - había puesto todas sus esperanzas.
Nunca he visto una cola de vestido de novia tan grande como esa.
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